Por: Camilo De-Irisarri Silva
En la soleada mañana del martes 4 de febrero de 1986, Juan Sebastián Hoyos Montes pisó por primera vez los verdes prados del Gimnasio Moderno. Lo hizo de la mano de sus padres, don Bernardo Hoyos Pérez y doña Constanza Montes Vicaría. Una premonición invadió al niño y lo hizo presagiar un destino eternamente entrelazado a la esencia de su colegio.
Aquella misma premonición tomó forma el 18 de marzo de 2024, cuando Carl Langebaek Rueda, presidente del Consejo Superior, anunció a la comunidad gimnasiana que Juan Sebastián, de 42 años, había sido elegido para asumir el cargo de rector tras la conclusión del tercer período de Víctor Alberto Gómez Cusnir, el 23 de julio del mismo año.
Fotografía de Juan Sebastián a los cinco años, añadida a la hoja de matrícula.
Unas semanas después de su llegada al Gimnasio, mientras jugaba al fútbol con sus compañeros, Juan Sebastián fue abordado por unos estudiantes mayores. Le propusieron una entrevista para la revista El Aguilucho, publicación de la cual sería director en su último año escolar, en 1998, gracias a su pasión por las letras y la cultura que respiraba en su casa.
Con voces roncas, como la de su padre, los mayores le preguntaron: “¿Cuál es la profesora más bonita?”. A lo que él, demostrando que su mirada siempre trasciende las fronteras, respondió: “Mi mamita, que es profesora del Liceo Francés”.
Siguieron indagando: “¿Qué es lo que más le gusta del colegio?”, inquirieron. “El fútbol”, contestó sin dudar. Su pasión por este deporte perduró a lo largo de los años. Fue miembro de la selección Mayores —en la que jugó como 10 clásico— y ha sido fanático irremediable de Millonarios, su equipo nacional favorito, y, sobre todo, de su amado Real Madrid en la Liga Europea. Compartió esta afición con la comunidad educativa a través de La Cúpula Deportiva, un programa que condujo en la emisora escolar, Radio Gimnasio Moderno, durante el bachillerato.
Foto del curso Montessori I de 1986 de la maestra Martha Barrios de Cano.
Al preguntarle sobre lo que menos le gustaba del colegio, Juan Sebastián reflexionó unos segundos antes de responder: “El salón”. Su respuesta no reflejaba apatía académica. De hecho, su actitud era todo lo contrario. Desde Montessori I, “se distinguió por su alegría y colaboración. Se preocupó durante las últimas semanas por cumplir con sus trabajos y obtuvo buenos resultados”, como lo anotó su maestra Martha Barrios de Cano en su primera libreta de calificaciones.
Ya se presagiaba que su perfil estaría enmarcado dentro de los principios del Espíritu Gimnasiano y la Disciplina de Confianza. Su directora de cuarto Decroly, Marcela Arbeláez, lo describió como “entusiasta y con gran sentido del humor”. Y agregó más: “Goza de gran aceptación dentro del grupo, gracias a que es un muy buen compañero. Participa de manera positiva, crítica y respetuosa en mesas redondas y debates. Así mismo asume sus responsabilidades con agrado”.
El dia en el que portó, por primera vez, el uniforme de gala.
Cecilia Hernández, su profesora de quinto Decroly, destacó: “es alegre y demuestra un gran interés por el trabajo. Sobresale por su caballerosidad y trato amable. Tiene excelentes capacidades y logra analizar y sintetizar de manera correcta la información sobre los temas propuestos”.
Quizás su inusual respuesta sobre el lugar menos favorito del colegio también fue un presagio de sus futuras propuestas pedagógicas. Como vicerrector, 27 años después, en 2013, impulsó la transformación del Gimnasio con iniciativas como la implementación de la psicología positiva, la educación emocional y el bienestar, el autoconocimiento, las fortalezas del carácter y la formación en valores humanos, entre otras, con las que aterrizó en la práctica los principios fundacionales de la institución. Dichas iniciativas le valieron un reconocimiento muy especial. En 2021, el Programa de Educación Positiva, creado por él, fue reconocido por la Red Internacional de Educación IPEN como un referente mundial, junto con otros treinta colegios de todos los continentes.
Un educador que está convencido de que la educación debe transformarse para que su propósito no sea lograr resultados en pruebas estandarizadas, sino ayudar a forjar vidas llenas de sentido, de plenitud y de contribución a la sociedad. Por eso, considera que la educación debe ser activa, centrada en la reflexión, en donde los niños y las niñas vibren con sus aprendizajes, se pregunten sobre el mundo y puedan dar soluciones a sus inquietudes por medio del trabajo cooperativo y la indagación, como ciudadanos críticos en una sociedad globalizada.
Juan Sebastián le lee a sus padres un interesante artículo de El Aguilucho.
La entrevista prosiguió y, aunque Juan Sebastián estaba ansioso por retomar el partido de fútbol, una nueva pregunta lo detuvo: “¿Con qué sueña?”. Evocando imágenes que residen en el inconsciente de cualquier niño, respondió: “Cosas feas de monstruos y de terror”.
Desde entonces parece haber tomado como misión personal el enfrentamiento contra fantasmas interiores: se convirtió en un firme defensor de la importancia del autoconocimiento, del trabajo interno para ser una mejor persona, del desarrollo de la consciencia y del crecimiento espiritual, entendido como la búsqueda de sentido más allá de los valores materiales, con el objetivo de ampliar los horizontes del bienestar común, propósito que ha podido desarrollar principalmente gracias a la filosofía oriental y a su maestra espiritual.
Hoy sueña con un Gimnasio Moderno que debe continuar con su proceso de renovación y con su proyección internacional sin olvidar sus orígenes e identidad. Aspira a que la sana convivencia sea el núcleo de la experiencia escolar y que la formación de maestros siga siendo el eje transformador de la institución (porque “Lo que sea el maestro será la escuela”). Sueña con un mejor entendimiento del impacto de la inteligencia artificial en la educación y con un acompañamiento más estrecho a las familias en la formación de sus hijos. Ambiciona avanzar en la construcción de un nuevo edificio para el Preescolar, como parte del Plan Maestro en desarrollo, y con un colegio donde ahora las niñas puedan desarrollar todo su potencial y enseñar a los niños a ser más empáticos. Y sueña, sobre todo, con ‘raquetazos’ llenos de diálogo, de humor, de comprensión, de calidez, de amistad y de libertad, en medio de tardes soleadas y pinos.
En 2007, cuando se desempeñaba como Secretario General del colegio.
Cuando le preguntaron qué deseaba ser cuando grande, contestó sin titubear: “Aviador”. Una respuesta que, con el tiempo, demostraría su entendimiento de que pilotear al Gimnasio Moderno es una tarea retadora. Y más cuando la gestión del rector saliente ha establecido muy altos estándares. Por eso, su bitácora de vuelo se enfocará en continuar con esas reformas —que avanzan muy bien— pero, al mismo tiempo, en proyectar aún más el humanismo y el libre pensamiento que tanto caracteriza al colegio, con un gran protagonismo en el desarrollo del carácter de los estudiantes, desde los valores y las virtudes. Su intención es potenciar las fortalezas de cada estudiante para que cada uno de ellos construya su autoestima y su vida desde sus talentos y pasiones.
Al finalizar la entrevista, los periodistas preguntaron: “¿Cómo cree que es el mundo?”, Reflexivo, el pequeño Juan Sebastián, pensando como un grande, respondió: “Al revés”. Esta percepción se revela aún más pertinente en el contexto actual, con un mundo al borde de una tercera guerra mundial, emergiendo de una pandemia que puso a prueba la resiliencia y empatía humana, desafiando la capacidad de unión como especie para evolucionar.
Así funcionaba la mente del niño que, 38 años después, asumirá la rectoría del colegio más mágico que conocemos. Un verdadero gimnasiano que sigue demostrando las mismas cualidades que destacó el maestro Maximiliano Fernández en octavo grado: “la rectitud en sus actuaciones, el profundo respeto hacia las personas y la naturaleza, la responsabilidad con la que asume sus deberes y compromisos, su admirable capacidad para adaptarse a las situaciones y circunstancias de la vida, su profundo sentido de solidaridad y compañerismo, su permanente buen humor y su excelente espíritu gimnasiano”.
En 2013, cuando fue elegido como vicerrector.
Quizás por todas estas virtudes, que hoy siguen floreciendo en su personalidad, fue merecedor de varios reconocimientos desde niño: en 1987 fue nominado a la Placa del Excursionismo, en 1991 a la Placa del Bello Carácter, en 1996 a la Copa del Esfuerzo Personal y, en 1997, ganó la Placa del Bello Carácter, que reconoce como uno de los logros más significativos de su vida. Dicha placa fue recibida de la mano de Don Guillermo Quiroga, uno de sus maestros más queridos, junto con Myriam Bustamante y Nelson Cuervo, Pompilio Iriarte, Jorge Salazar, Alberto Gerardino, Vilma de Bernal, Juan Carlos Bayona, Martha Figueroa, Carlos Cardona y Edgar Obonaga, entre muchos otros, que dejaron una huella en su carácter.
Por fin, los grandes culminaron su reportaje y lo dejaron regresar al partido que se estaba jugando. En ese momento, los golpes en la campana de bronce que está colgada en el Edificio Principal marcaron el fin del recreo, y entonces Juan Sebastián soñó con su futuro. Deseaba algún día ser él quien entrevistara a los pequeños del colegio. Su sueño se materializó años después, cuando se unió al equipo editorial de la revista de la primaria El Pichón, en la que publicó una entrevista al padre Rafael García-Herreros, titulada “Un símbolo de paz”. Un reportaje al sacerdote que jugó un papel fundamental en la terrible guerra que se vivía por entonces en el país a causa del narcotráfico.
La formación y universalidad de Juan Sebastián se constatan en sus estudios de Derecho en la Universidad de los Andes, en la especialización en Derecho Administrativo en la Universidad del Rosario, en la especialización en Gestión de Instituciones Educativas en la Universidad de los Andes y en la maestría en Educación Socioemocional y Bienestar de la RIEBB, dirigida por el doctor Rafael Bisquerra, junto con otros estudios y trabajos en Inglaterra, Francia, Italia y Estados Unidos. Todos estos logros no han cambiado su esencia. Es un hombre sencillo que cree en la experiencia académica, pero, sobre todo, en la belleza humana, la fuerza interna, la experiencia de vida y las fortalezas personales.
Dirigiéndose a los maestros gimnasianos en la convivencia de 2020 en Villa de Leyva.
En 2021, su habilidad para liderar en el ámbito educativo fue reconocida por un colegio hermano, el Tilatá, que lo invitó a ser su rector. Esta experiencia lo prepararía aún más para asumir con mayor riqueza los desafíos del Gimnasio Moderno.
Juan Sebastián regresó a su salón junto con sus compañeros. Se comprometió con sus obligaciones y se preocupó por prepararse para la vida como se lo inculca hoy en día a su hija Lucía, de 5 años, que es la gran motivación de su existencia, y quien seguro estará muy orgullosa de saber que su padre es el rector del colegio en donde él siempre ha sido feliz. Así como lo estarán Cristina Dávila, su novia, una mujer maravillosa, con gran sentido del humor, que es un apoyo fundamental en su vida; su mamá, ejemplo de generosidad, inteligencia y fe; su familia y sus amigos.
Como lo estaba su maestra Cecilia Hernández, cuando escribió lo siguiente sobre él: “Nos sentimos orgullosos de haberle tenido en el presente año”, aseguró. Y agregó que era “el estudiante de más alto rendimiento académico del curso, la responsabilidad y seriedad mostradas en todas sus actividades son dignas de exaltar. Estamos seguros de que este es el comienzo exitoso de un estudiante que dejará huellas dignas de imitar en el Gimnasio. Felicitaciones”.
A lo largo de la vida escolar de Juan Sebastián, sus maestros también presagiaron que su destino estaría ligado al colegio. Ahora que llega a la rectoría queda claro que no hay nadie que conozca mejor el futuro de un estudiante como un buen maestro.
Entrevista publicada en El Aguilucho en 1986, cuando Juan Sebastián se encontraba en Montessori I