El 5 de junio de 1917 nació en la ciudad de Bogotá, José Ignacio Perdomo, un hombre con vocación en la fe y con la cualidad de llamar la atención de las demás personas gracias a su particular carisma. Su infancia fue de ensueño, creció rodeado de su familia en una gran casa ubicada en el corazón de la sabana capitalina.
Sus primeros años escolares los cursó en el Gimnasio Moderno, pero debido a la crisis que se vivió en los años 30 tuvo que finalizar sus estudios en el Colegio de La Salle. Sin embargo, esto no fue un impedimento para llevar durante toda su vida el espíritu gimnasiano, caracterizado por la libertad y el librepensamiento, virtudes que lo llevaron a ser un líder innato.
Desde muy pequeño tuvo la vocación religiosa, pero su padre, el médico Adriano Perdomo, quien se declaraba ateo, no le permitió seguir con su designio hasta que se graduara de alguna carrera profesional. Por esta razón, José Ignacio estudió Bibliotecología y Archivo, para luego estudiar derecho en la Universidad Externado de Colombia y viajar a Ann Arbor para especializarse en Derecho Aeronáutico Internacional.
Regresó a Colombia con la firme idea de convertirse en sacerdote, sobreviviendo a tres infartos y entregando su vida a Dios. Alternaba sus deberes sacerdotales con la cocina, la botánica, la literatura, la historia, y con sus dos pasiones: la docencia y la música.
El Padre Perdomo fue Capellán dos veces del colegio, además, fue profesor de Derecho, Historia y de Música de la Universidad de los Andes. Su obsesión y pasión por la música lo llevaron a escribir varios libros sobre la historia musical de Colombia, y el talento empírico lo llevó a coleccionar varios instrumentos musicales que después fueron donados a la Biblioteca Luis Ángel Arango.
El 28 de abril de 1980 murió repentinamente a causa de un infarto. No obstante, su legado quedó plasmado en todas las personas que lo conocieron, quienes lo recuerdan con cariño y afecto, como su sobrina Anita Perdomo, quien afirmó: “Mi tío era una persona de admirar, fue mi guía y mi mentor, recuerdo que cuando murió, a todos sus conocidos les dejó un mensaje o un obsequio que tuve que hacérselos llegar. Su recuerdo permanecerá en el corazón de todos los que compartimos con él”.
Para conmemorar los 100 años del nacimiento del Padre, su familia organizó una Eucaristía que se llevó a cabo el domingo, 4 de junio, en la capilla de los Santos Apóstoles del colegio.