I

Los Estatutos que se ha dado el Gimnasio Moderno, no son el fruto de un entusiasmo momentáneo, no son una improvisación, no formulan utopías, ni van encaminados a despertar esperanzas, que pasan como la verdura de las eras. Son ante todo el resultado de seis años de experiencia en que el diario contacto con la realidad ha afirmado ideas y ha rectificado errores. El primero de éstos, el de haberse constituido el Gimnasio en Compañía Anónima, queda ampliamente corregido con la organización que establecen los presentes Estatutos. Es bien sabido que las Compañías Anónimas tienen un carácter netamente comercial y que siendo, como no pueden dejar de serlo, transmisibles sus acciones en el mercado de valores, vendría a hacerse a poco andar imposible impedir que un criterio mercantil que nunca cupo en los propósitos de los fundadores del Gimnasio, invadiera la institución desvirtuándola por completo y acarreando fatalmente su extinción. A quemar las naves que a nosotros mismos pudieran invitar a la codicia, a ahogar cualquier germen de tentación de lucro en una obra nacida del más noble desinterés, atiende y obedece la organización en forma de corporación que nos acabamos de dar así, muerto por nuestras propias manos, cualquier conato de obtener un dividendo material, o un reembolso futuro por el dinero invertido, quedan cerradas nuestras puertas, a quien quiera que vea en nuestro cercado, campo de ganancia personal, y abiertas para todo espíritu levantado que se considere tanto más rico, cuanto más enriquezca con el sobrante de sus haberes, o con el concurso de su inteligencia, una obra de alcance incalculable en el porvenir de Colombia.

II

Los programas, los prospectos minuciosos, son artículos tan desacreditados en el concepto público que nosotros no queremos hoy detenernos en su detalle, tanto más cuanto que en numerosas ocasiones ha presentado el Gimnasio el esquema de sus ideas pedagógicas, y la suma de sus procedimientos educativos. Baste ahora invitar una vez más, y con el mayor encarecimiento, a cuantos se interesen por cosa tan trascendental como es ésta de la preparación de hombres para la vida, a visitar repetidamente el Gimnasio en sus horas de trabajo, que son todas, y presenciar en qué forma y de qué manera se atiende allí al desarrollo armónico de la personalidad de cada uno de los niños confiados a su cuidado. Así verá el que tenga ojos y quiera ver, si es verdad que con la gimnasia reglamentada y dirigida por Oficiales competentes, con los juegos deportivos, con las excursiones a corta y larga distancia según las edades y fuerzas de los alumnos, se atiende asiduamente al desarrollo físico de ellos, no desperdiciando ocasión en estos mismos ejercicios de buscar el despertar de condiciones de carácter: el valor, la audacia, el compañerismo, la iniciativa, la facultad de observación. Verá quien observe de cerca nuestro ambiente hasta dónde llegan nuestros cuidados por la formación mental y moral de los futuros ciudadanos. Verá quien nos visite sin prevenciones cómo es una realidad el Capítulo de nuestros Estatutos relativo a la educación religiosa a cargo del Presbítero Doctor Emilio Valenzuela, quien entiende con nosotros que el encargo de Capellán de un Colegio de la naturaleza de éste que pretendemos llevar adelante, no puede contentarse con hacer una simple instrucción teórica en una clase, sino que la complementa de acuerdo con la idea admirablemente expresada por el Padre Javier en sus conferencias cuaresmales de 1917 en Notre-Dame de París: “La prudencia perfecta se esforzará por arraigar la religión en el alma de los niños, en su inteligencia por la enseñanza del dogma y la moral católicos, en su corazón por el hábito de todas las prácticas cristianas. Mientras más cultivados sean los niños en el orden profano, más deberán serlo en el orden sagrado. La fe del carbonero no es suficiente sino para el carbonero.” Todo lo cual no excluye el respeto debido a las creencias ajenas.

III

Preocupación constante ha sido y es en el Gimnasio la cuestión del profesorado. Para la escogencia de profesores externos no nos hemos atenido a títulos ni diplomas, recomendaciones o necesidades que puedan tener los postulantes, sino que hemos buscado la competencia de cada cual, y el prestigio que por sus condiciones personales puedan desarrollar ellos sobre sus alumnos, para obtener en todos los ramos la mayor eficacia posible, y creemos haber logrado este objeto. Desde la fundación del Gimnasio se ha tenido el mayor cuidado en la selección de los profesores internos, quienes intervienen directamente en la educación de los niños, teniendo a su cuidado especial grupos nunca mayores de 20 alumnos clasificados por edades y conocimientos. Después de seis años de haberse ocupado el Colegio, con el más solícito esmero, en tan importante capítulo, cree tener derecho a decir que el grupo de jóvenes que integran su profesorado interno va siempre muchos pasos adelante de sus deberes, trabajando con sostenido empeño por el bien del Gimnasio. Más como a medida que ascienden y se perfeccionan todos los órdenes del Colegio deben ascender y perfeccionarse quienes son nervio de él, quienes forman el cuadro permanente que debe estar en lo que no vacilamos en llamar la línea de fuego, se hace preciso que de 1920 en adelante principiemos a realizar lo que ha sido uno de nuestros anhelos: el envío periódico de grupos de jóvenes profesores a complementar estudios superiores en Europa, para que, viniendo luego a aplicar los nuevos conocimientos adquiridos, mantengan una corriente permanente que refresque el ambiente de nuestro instituto, evitando que caiga en la rutina y se pierda en un penoso estancamiento. Y es, entre otras, para llenar esta imperiosa necesidad, considerada por nosotros como de carácter urgente, por lo que solicitamos el apoyo pecuniario de quienes compartan nuestro concepto de que el primero de los elementos para la instrucción y educación de la juventud es un profesorado que sin dejar de mantenerse muy firmemente parado sobre nuestro suelo, tenga el oído alerta al movimiento universal de las ideas.